“Mira, allí, al sur, está Málaga” solía decirle Pablo Picasso a Javier Vilató, su sobrino, en los aledaños de su domicilio al sur de Francia. Seguramente no se imaginaba el genio que un siglo más tarde su ciudad natal no necesitaría presentación alguna. Tampoco que la vanguardia tomaría sus calles y casonas decimonónicas. Pero así fue y hoy la luz de Málaga refulge en el cubo de colores de Centre Pompidou, en la alfombra roja del Festival de Cine y, por supuesto, en el museo del autor del Guernica. Ciudad respetuosa con su pasado, pero siempre en movimiento, su vanguardismo cultural no solo espera en los pasillos, también en sus fachadas e intervenciones arquitectónicas.